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La industria textil en chihuahua
Durante las últimas décadas del siglo XIX el algodón fue un importante cultivo que floreció en el extenso desierto del estado de Chihuahua. Su producción favoreció la apertura de un reducido número de fábricas textiles, que funcionaron con tecnología rudimentaria y pequeños capitales; estas condiciones fueron la causa de una recurrente inestabilidad que progresó hasta los primeros años del siglo XX.
En 1860 en el municipio de Jiménez, el señor Canuto Estavillo y familia fundaron una pequeña fábrica dentro de la Hacienda de Dolores para confeccionar mezclilla y casimires. Al igual que en Talamantes, esta fábrica se caracterizó por contar con un suministro de energía hidráulica que funcionaba gracias al Ojo de Dolores. Para 1878 su administración pasó a manos de Ignacio M. Ramos —esposo de Felipa Estavillo—, y funcionaba con 1200 husos y cien telares, llegando a procesar 55 230 kg de algodón. La plantilla de trabajadores se conformaba principalmente por mujeres y niños, a quienes se les pagaba de 12.5 centavos a un peso por día y producían cuatro millares al mes de piezas de mantas de algodón que se vendían entre 2.50 y 3 pesos.
Tiempo después, la fábrica fue rematada por un banco y pasó a manos del español Francisco Jordana y el alemán Adolfo Bronnimann. Este fue su periodo de prosperidad, ya que para 1906 la producción anual de la fábrica era de 7300 piezas de mezclilla con un valor de 60 810 pesos, utilizaba maquinaria movida por vapor con una potencia de 80 HP y con un consumo de 1095 toneladas de combustible. Trabajaban 70 mujeres y 30 hombres con jornales diarios de 75 centavos por igual y además de producir mezclillas, se elaboraban también pantalones y blusas.
Fuentes
León García, Ricardo (2018). Un acceso de modernidad. Reflexiones sobre la vida económica del estado de Chihuahua, 1880-1920. (Tesis de Maestría, El Colegio de Chihuahua).
Dolores: La fábrica que venció al desierto chihuahuense
Lic. Rocío Aceves Guevara
Capítulo III
La industria textil en chihuahua
Durante las últimas décadas del siglo XIX el algodón fue un importante cultivo que floreció en el extenso desierto del estado de Chihuahua. Su producción favoreció la apertura de un reducido número de fábricas textiles, que funcionaron con tecnología rudimentaria y pequeños capitales; estas condiciones fueron la causa de una recurrente inestabilidad que progresó hasta los primeros años del siglo XX.
En 1860 en el municipio de Jiménez, el señor Canuto Estavillo y familia fundaron una pequeña fábrica dentro de la Hacienda de Dolores para confeccionar mezclilla y casimires. Al igual que en Talamantes, esta fábrica se caracterizó por contar con un suministro de energía hidráulica que funcionaba gracias al Ojo de Dolores. Para 1878 su administración pasó a manos de Ignacio M. Ramos —esposo de Felipa Estavillo—, y funcionaba con 1200 husos y cien telares, llegando a procesar 55 230 kg de algodón. La plantilla de trabajadores se conformaba principalmente por mujeres y niños, a quienes se les pagaba de 12.5 centavos a un peso por día y producían cuatro millares al mes de piezas de mantas de algodón que se vendían entre 2.50 y 3 pesos.
Tiempo después, la fábrica fue rematada por un banco y pasó a manos del español Francisco Jordana y el alemán Adolfo Bronnimann. Este fue su periodo de prosperidad, ya que para 1906 la producción anual de la fábrica era de 7300 piezas de mezclilla con un valor de 60 810 pesos, utilizaba maquinaria movida por vapor con una potencia de 80 HP y con un consumo de 1095 toneladas de combustible. Trabajaban 70 mujeres y 30 hombres con jornales diarios de 75 centavos por igual y además de producir mezclillas, se elaboraban también pantalones y blusas.
Fuentes
Dolores: La fábrica que venció al desierto chihuahuense
Lic. Rocío Aceves Guevara
Capítulo III